La importancia de los combustibles en el transporte marítimo y aéreo es innegable en el contexto del comercio internacional. Estos sectores son pilares fundamentales que impulsan las cadenas de suministro a nivel global, facilitando el intercambio de bienes y conectando economías en todo el mundo. Sin embargo, esta vitalidad viene acompañada de desafíos significativos, principalmente relacionados con la contaminación ambiental.
El transporte marítimo es la columna vertebral del comercio internacional y de la economía global, ya que más del 80% del volumen del comercio de mercancías se realiza por vía marítima. Asimismo, este permite trasladar un mayor volumen de mercancías a mayores distancias que cualquier otro medio de transporte. Sin emabrgo, los buques portacontenedores liberan anualmente mil millones de toneladas de CO2 a la atmósfera. En este sentido, de acuerdo a Deutsche Welle (DW), el transporte marítimo es responsable de cerca del 03% de las emisiones globales anuales y, si fuera un país, estaría entre los 10 más contaminantes del mundo.
Por su parte, el transporte aéreo permite viajes rápidos y convenientes, facilitando el crecimiento económico, el comercio y las inversiones. La conectividad que proporciona este medio posibilita la dinamicidad de las cadenas de suministro globales; sin embargo, en 2022, la aviación representó el 02% de las emisiones mundiales de CO2, de acuerdo con la International Energy Agency, habiendo crecido más rápido que el transporte ferroviario y por carretera durante las últimas décadas.
Tipos de combustible para buques portacontenedores
Los buques portacontenedores utilizan una variedad de combustible, que incluyen:
Fueloil pesado (HFO): es el tipo de combustible más utilizado para los buques comerciales y consiste en un aceite pesado y viscoso que se produce a partir del petróleo crudo. El fueloil tiene un alto contenido de energía, lo que lo hace ideal para buques grandes y de alta potencia; sin embargo, también produce altos niveles de emisiones de gases de efecto invernadero y contaminantes, como el azufre y el óxido de nitrógeno.
Gasoleo marino (MGO): Es un tipo más limpio de combustible que el HFO, siendo un producto destilado del proceso de refinación del petróleo. Aunque es más costoso y tiene una densidad energética inferior, produce emisiones significativamente menores de gases de efecto invernadero y otros contaminantes.
Gas natural licuado (GNL): el empleo del GNL como combustible para este transporte está aumentando su cuota de presencia año a año, constituyendo una buena alternativa de combustible, dado su carácter no contaminante, aspecto que promueve la transición hacia una movilidad más limpia y sostenible; sin embargo, el GNL es más caro que el fueloil y requiere tanques de almacenamiento especiales.
Biocombustibles: son combustibles renovables que se obtienen a través de recursos naturales o de residuos orgánicos, tanto de origen animal como vegetal. Entre las ventajas más destacadas de los biocarburantes encontramos su capacidad para reducir las emisiones contaminantes y, a diferencia de los combustibles fósiles y el gas natural licuado, estos son una fuente de energía renovable.
Electricidad: La electricidad es una opción de combustible limpio que no genera emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, los buques portacontenedores eléctricos aún se encuentran en fase de desarrollo y no son económicamente viables comercialmente.
Tipos de combustible para aviones
Los combustibles de aviación son utilizados para la propulsión de aeronaves y dentro de estas podemos distinguir tres tipos:
Jet fuel: el combustible más común para aviones. Se trata de un combustible fósil derivado del petróleo crudo y refinado. Este se utiliza generalmente en los motores de turbina (motores de reacción y turbohélices); no obstante, como combustible fósil, se estima que el jet fuel acabará siendo más caro a largo plazo.
Bioqueroseno: un combustible producido a partir de fuentes renovables, como aceites vegetales, grasas animales o residuos. La industria de la aviación ha estado probando durante varios años este combustible en numerosos vuelos de prueba, con el fin de que sea una alternativa al jet fuel.
Hidrógeno: un combustible limpio que no produce emisiones de gases de efecto invernadero. Es una fuente de energía limpia y eficiente para la aeronave, sin las emisiones de los combustibles de aviación tradicionales; sin embargo, su uso dentro de esta industria aún se encuentra en fase de desarrollo y existen algunas barreras por superar, como el almacenamiento en la propia aeronave o en las instalaciones del aeropuerto, ya que plantea los siguientes retos: su baja densidad, lo que hace que sea difícil de almacenar de forma compacta, ya que requiere contenedores grandes para contener una cantidad significativa de combustible; alta reactividad, ya que es altamente reactivo, lo que significa que puede combinarse fácilmente con otros elementos y puede causar reacciones no deseadas; y el costo por almacenar hidrógeno de manera segura y eficiente es alto debido al equipo especializado y la infraestructura requerida.
Iniciativas verdes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero
La lucha contra el cambio climático es un reto para todos, y claramente para las industrias de trasporte también. En este sentido, a continuación, se exponen algunas iniciativas que ayudarán tanto al transporte marítimo como al aéreo a reducir sus emisiones de carbono.
Desarrollo de combustibles más limpios, como el biocombustible y el hidrógeno: Desarrollar combustibles alternos a los fósiles, como el biocombustible y el hidrógeno, tienen el potencial de reducir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero de la industria aérea y marítima; sin embargo, es necesario que su costo no sea elevado y que sean eficientes, a fin de hacerlos asequibles.
Mejora de la eficiencia de los motores: Mejorar la eficiencia de los motores puede reducir el consumo de combustible entre un 3% y un 4%, aumentando la eficiencia del combustible. Esto es especialmente beneficioso si está pensando en cambiar a combustibles alternativos más caros o realizar una conversión de combustible. Esto reducirá tanto el consumo de combustible como las emisiones de gases de efecto invernadero. En este sentido, las aerolíneas y los fabricantes de buques entienden que aumentar la eficiencia del combustible es la clave para reducir las emisiones. Por eso han estado buscando nuevos diseños, materiales y tecnologías que aumentarían de forma sostenible la eficiencia del combustible, a través de la mejora de los motores.
Uso de tecnologías de captura y almacenamiento de carbono.: La captura y almacenamiento de carbono es una forma de reducir las emisiones de carbono que son clave para abordar el problema del calentamiento global. Es un proceso de tres pasos que implica capturar el dióxido de carbono producido por la generación de energía, transportarlo y finalmente almacenarlo bajo tierra.
En conclusión, el transporte marítimo y aéreo son vitales para el comercio internacional, sin embargo, generan emisiones significativas de CO2 por los combustibles que utilizan. Los buques portacontenedores utilizan, principalmente, fueloil pesado y gas natural licuado (GNL), siendo necesario que recurra a una alternativa más limpia como los biocombustibles, con el fin de reducir sus emisiones de carbono. En aviación, el jet fuel es común, pero se buscan alternativas como el bioqueroseno y el hidrógeno, aunque este último enfrenta desafíos técnicos y de costos. En este sentido, a fin de abordar el desafío del cambio climático, la industria de transporte se ha planteado algunas iniciativas verdes, las cuales incluyen el desarrollo de combustibles más limpios, mejoras en la eficiencia de motores y el uso de tecnologías de captura y almacenamiento de carbono.
En vista del inevitable avance de la transición energética hacia fuentes menos contaminantes y neutras en emisiones de CO2, la industria marítima y aérea no pueden quedarse atrás. Existe un número de factores que están empujando a estas industrias hacia la adopción de combustibles verdes alineados con los objetivos de la IMO para 2050, como las presiones regulatorias de la Unión Europea y la Organización Marítima Internacional, y las exigencias de las entidades financieras y de los clientes finales que cada día más prefieren a empresas que contribuyan a la huella de carbono. En este sentido, el futuro de los combustibles en el transporte marítimo y aéreo parece estar encaminado hacia las fuentes de energía renovables, pintando un panorama positivo en la eficiencia y competitividad de estas industrias, y para el medio ambiente.